miércoles, 29 de abril de 2020

MARIPOSAS MILENARIAS


COLEGIO YUME

CUENTO LATINOAMERICANO
MARIPOSAS MILENARIAS

ESPAÑOL

ARELY DÍAZ GARCÍA

2º SECUNDARIA


Como es bien sabido, este día llegaría. Unos decían que ni siquiera pasaremos el siglo, otros que, con la llegada de un terremoto, sería nuestra última catástrofe, que la llegada de un meteorito acabará con nuestro planeta, y algunos más atinados para este momento, que llegaría una enfermedad con la que más de la mitad de la población desaparecería, que ése sería realmente nuestro fin.
Jamás había sentido un temblor tan fuerte como el del año 2017, y con ese “jamás” me refiero a mis 12 años de vida en aquel momento… jajajaja
Siempre imaginé que el mundo en el que vivimos, la Tierra, era indestructible, cómo algo tan grande y tan sorprendente pudiera tener un final o se pudiera acabar.
Después del temblor comencé a escribir anécdotas o vivencias de mí en el mundo para inmortalizarse y que alguien les recordará con el paso del tiempo y las pudieran contar con alguien más; así como lo hacía Conchita con nosotros, nuestra bisabuela. Ella hacía que nuestra imaginación volara y nos llevará miles de años atrás, nunca entendí cómo pudo vivir tanto, pensaba que, si sabía tanto, tal vez hubiese nacido antes que los dinosaurios y sobrevivió todos estos años. Como si hubiera sido inmortal.
Las tragedias no son iguales y no por eso dejan de ser tragedias. Decía Conchita. Todas son diferentes y contadas por diversas bocas en sin fin de lugares.
Mi bisabuela contaba que su tragedia comenzó cuando murió su mamá y se hizo cargo de sus 15 hermanos y 8 primos que también cuidaba su mamá. Tuvo que mantenerlos, trabajando desde quedar huérfana haciendo quehacer en las “casas grandes”.
Mi abuelita cuenta que su tragedia fue cuando su hijo se volvió alcohólico y tenía que encadenarlo a la cama para que no se saliera a emborrachar y regresara golpeado.
Mi abuelo sufrió cuando su casa, hecha con tanto trabajo y sacrificio se cayó con el terremoto del 85, nada volvió a ser como antes.
La tragedia de mi otra hermana fue cuando se casó con mi cuñado…. eso dice todavía. 
Para mi mamá fue haberse caído y fregarse la rodilla por que no volvió a ser la misma, le costaba algo tan simple como caminar.
¿Cómo contara la Tierra su tragedia? ¿Cuál sería la peor?
Si yo fuera la Tierra, diría que desde que el hombre, el ser humano apareció. Es de lo que todos hablan, del daño que le hacemos a nuestro planeta con cada acción equivocada que llevamos a cabo sin pensar a futuro de las consecuencias hasta para nosotros mismos. la sobrepoblación, la contaminación del aire, agua, la tierra, el deterioro de la atmósfera, la explotación de los bosques, toda la fauna en peligro de extinción y el daño a nosotros mismos con tanto egoísmo.
Ahora que lo pienso… ¿tan mala es la especie humana?
El año 2020 llegó y no ha traído buenas cosas para el mundo, contaban los vecinos de mi casa y toda la gente que se detenía a platicar por las calles.
Recuerdo en esos días que el año comenzaba como los anteriores, digamos que bien o normal. Pero no sería así por mucho tiempo, vendría la tragedia para todo el mundo.
se empezaron a escuchar noticias por todos lados de la llegada de un nuevo virus que ataca muy rápido y que según los expertos acabaría con muchas vidas, así llegaba otra tragedia mundial.
Ningún país creía lo que pasaba (como diría en estos casos Conchita, “hasta no ver no creer”), y todo el mundo seguía en su cotorreo, no se imaginaban lo que vendría.
Después de un mes de la noticia como primera advertencia del virus, se ven los primeros casos y ahora sí, empiezan a creer. Todos quieren tomar medidas para evitar los contagios. Todos paniqueados. Todos estresados y vueltos locos.
Los infectados son más numerosos y en cuestión de días, hay casos por todo el mundo. La gente caía enferma, en cama; los primeros síntomas: tos, estornudos, ojos amarillos y moco azul. Después de eso, ¡ZAZ! no te levantabas de la cama, como si te convirtieras en un vegetal con respiración… y a esperar el final, la muerte. Si es que no quedabas así para siempre.
Sin saber qué hacer, porque no se sabe nada del virus, el gobierno de mi país toma la decisión de ordenar que todos sin excepción se queden en casa y no salgan solo si es necesario. Se suspenden las clases de todos los niveles, todos los trabajos están suspendidos a menos que sean de primera necesidad, bajo el número de camiones, combis, microbuses, metrobús, algunas estaciones del metro fueron cerradas, los tianguis quedaron suspendidos, para surtir la despensa en grandes tiendas solo dejaban entrar a una persona y con muchas restricciones, nada de salir ni siquiera a pasear a los perros. ¡Todos dentro, nadie afuera! 
Las calles del Zócalo Capitalino, el centro, lo que antes se podían ver como hormigueros ahora estaban desiertas, negocios cerrados, muchos de los atractivos turísticos de la Ciudad más importante del país con letreros fuera del negocio, indicando que debido a la contingencia sanitaria estaría temporalmente cerrado hasta nuevo aviso. Realmente era muy triste ver por los noticieros que la ciudad estaba tranquila, cuando nunca lo ha sido, desde que se habla de ella y de que recuerdo.
Las razones del origen del nuevo virus eran diversos, que era una situación política entre países del primer mundo para someter a los demás países, que el virus fue lanzado intencional para controlar la sobrepoblación mundial, también que era la única forma de darle un respiro al planeta y detener la devastación de la capa de ozono, para eliminar a la población de países menos desarrollados y dejar solo a aquellos que sean necesarios para la economía mundial, que esta era la antesala para la llegada de Dios salvador y solo él elegiría a los que fueran dignos de quedarse en la Tierra.
El pánico inundó la ciudad y el país completo. Se escuchaba que quien saliera, tan solo a asomarse a la puerta de su casa se iba a contagiar por que quien creo el virus, lo había mandado para todo el mundo en murciélagos y al sobrevolar los cielos esparció el virus y quedarían infectados y condenados a morir. Por eso nos repetían que nos quedáramos en casa.

Una de las anécdotas que escribí, para inmortalizar mis vivencias, es de una noche, a no tan altas horas escuché algo muy extraño afuera y con chillidos, ¿serían los murciélagos? Tenía tanto miedo que no pude ni asomarme a la ventana. 
Lo raro es que también los árboles, las plantas, estaban muriendo, se estaban secando. La situación se estaba saliendo de control. ¿Cómo vamos a terminar?
Cada día era igual, no había días de la semana, solo era mañana, tarde o noche. En mi familia era la misma rutina, nos levantábamos como a las 10:00 am, tomábamos café mientras mi mamá preparaba el desayuno, que ya casi era almuerzo, nos repartimos los quehaceres; yo lavaba los trastes y limpiaba los muebles, veíamos la tele, revisaba en celular (dedicaba más tiempo que al quehacer), repasaba mis apuntes y algunas tareas que tenía, comíamos, leía por un rato, jugaba con mis mascotas kira y maya; son dos perras boxer. Nos estresamos por no poder salir y por la situación en los hospitales, sin lugar para un enfermo más.
Sólo una persona podía salir, con sombrilla, cubre bocas, guantes, cascos, como granaderos salíamos a hacer compras de primera necesidad, básicamente solo comida.
Así por un mes, hasta que aparecieron las clases en línea y tareas en línea… ahí empezó mi tragedia.
Tanta tarea por hacer y para enviar que ya no tenía tiempo de levantarme tarde… ¡qué horror! Aunque la verdad el tiempo se me pasaba volando. Entre mis tareas seguían mis quehaceres domésticos así que tenía que apurarme. 
En otros países la situación era igual, más, menos infectados pero aterrados por el futuro cercano. Muchos científicos en busca de la vacuna que lograría que volviéramos a nuestra vida normal, pero también muchos intentos fallidos.
Nuestras vidas no eran las mismas, estamos conviviendo con la familia, pero estamos alejados de los demás familiares, de los abuelos, los primos, de los amigos. Aprendimos a vivir diferente, las video llamadas se convirtieron en la única forma de visitar a los que estaban lejos. Así seguí mi tragedia, no podía abrazar a mi familia… ¡no podía salir!
Tantos enfermos en cama, incontables, aquellos que no obedecieron las indicaciones, los que no se quedaron en casa, los que no creían. Por otro lado; la gente que necesita salir a trabajar para vivir, porque de cualquier manera quedándose en casa morirán de hambre.
En esos momentos recordaba un dicho de Conchita, “al mal tiempo, buena cara”. Pero, ¿cómo darle buena cara a tanta tragedia? Ahora que lo pienso la buena cara de mi tragedia era estar en familia, aunque peleando, pero juntos, porque de eso trata. Esa siempre ha sido la buena cara de mis tragedias, aunque la situación estuviese mal, ellos siempre están cerca de mí.
Las cosas no marchaban bien, mucha gente sobreviviendo dentro de sus casas esperando que se terminara la cuarentena obligada, la cual estaba lejos del fin, se rumoraba que todavía nos faltaban varios meses.
La desesperación mundial estaba a tope, ya casi dos meses y no había medicamento que sanara a los enfermos y mucho menos hablamos de una vacuna. ya las autoridades no sabían si realmente estaban resguardados en casa por precaución y medida preventiva o porque estaban postrados en una cama como vegetal por causa del virus.
Una tarde, Conchita avisó que saldría, porque la gente adulta se tenía que reunir, extrañamente pareciera que es congregación abuelos de la cuarta o hasta de la quinta edad (porque son los que más han vivido y contado sus experiencias) al menos 10 por cada país en cada continente para poner fin al mal mundial y sin mayor explicación, se fue.
Apenas los noticieros comenzaron a dar la noticia de la reunión de los abuelos eternos, cuando pasaron solo dos noches y los resultados comenzaron a verse. La mayoría de los enfermos postrados en una cama, comenzaron a sanar y sin tardar, salieron de sus domicilios para comprobar lo sucedido. 
Al volver mi bisabuela, nos contó todo. Ella es una de las personas más viejas del mundo, pertenece a un grupo, que tenían como misión salvar al planeta de todas las catástrofes y tragedias que ocurrieron a lo largo del tiempo. A cada uno de los integrantes se les dio en resguardo una mariposa milenaria, que al ser liberada al mismo tiempo que las otras, tenían el poder de acabar con la pandemia. Como la que estábamos pasando.
Creo que después de lo que nos contó, entendí que realmente Conchita había estado en el planeta desde que estaban los dinosaurios y bueno no sólo ella. Además de que estaban aquí con una misión, por eso nos contaba muchas cosas. Sólo alguien con tanta edad tendría el poder de terminar con tantos enfermos.

Qué bueno que tengo a mi bisabuela eterna… ella todavía podrá ver a mis nietos. Bien dije alguna vez, la familia siempre es la buena cara de las tragedias y aunque yo no escribiera mis anécdotas, estoy segura que Conchita las podría platicar con lujo de detalles.

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