lunes, 3 de octubre de 2016

Cuento Latinoamericano

EL DOLOR DE LA GUERRA 

Por  Mario Daniel Hernández Fernández

Alumno de segundo de secundaria 

“Yo solo quería ser una persona normal”  me lo  decía a mí mismo desde que   tenía unos diez  años, mi padre era un soldado enviado a la guerra,  con respecto a mi madre, desgraciadamente murió cuando tenía apenas dos años; yo no la recuerdo muy bien, mi padre decía que ella era la mejor y que le hubiera gustado conocerme.

Pensaba que mi vida iba a ser normal después de los sucesos trágicos que ocurrieron Durante la Segunda Guerra Mundial, sin embargo no fue así,  el dolor continuo por  un periodo de tiempo, mi padre  tuvo que irse de la casa, él me prometió que volvería muy pronto, me quede solo en la casa sin que nadie me cuidara.

Los primeros meses no hubo problema me sentía bien, sin embargo, ante los  sentimientos de tristeza y soledad  mi cuerpo sucumbía poco a poco. luego de cuatro largos  meses de su desaparición  no ha escrito cartas, ninguna llamada, ninguna información, simplemente nada. He escuchado en las noticias que se está desarrollando una guerra trágica entre los países de los Estados Unidos y Alemania. Ahora ya entiendo lo que estaba pasando, mi padre que como dije en un principio era un soldado americano  debía ir a la guerra.
                                                                                                     
Siete meses más tuvieron que pasar desde que se fue,  ya casi no hay alimentos ni dinero para comprar nada ¿Qué pasara? ¿Dónde estará? ¿Estará muerto? Me dolía mucho pensar en esa clase de cosas. Pensé primero en huir, pero no tenía ningún familiar ni conocido cerca de la zona. 

A la tragedia de mi soledad se sumo una más terrible. Mi casa y la mayoría de las casas de mi  calle fueron  bombardeadas;  logré salir con vida, sin saber a dónde ir,  estoy desconcertado, no siento que estoy vivo, siento que he muerto, lo único que pienso es en mi familia,  en mis padres.  ¡Quiero estar con ellos!


Mis años de vida los  he pasado huérfano, sin historia;  incluso casi sin recordar mi nombre. Lo único que recuerdo vagamente es esa cadena de sucesos trágicos,  siento que sigo ahí, sin ubicar dónde, con ese dolor, el dolor de la guerra.

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