jueves, 6 de octubre de 2016

CUENTO DE CECILIA

CUENTO LATINOAMERICANO
3°C
Por  CECILIA REYES BONILLA
Estudiante de segundo año de secundaria
Desde que inicie el tercer  grado de secundaria he tenido un recuerdo recurrente de un chico, con solo   recordar su nombre viene a  mi  memoria esa tragedia que me atormenta desde entonces. En mi memoria se conserva el momento de mi  llegada a San Roberto, un pueblecillo pequeño en Guanajuato.

Mis padres recién había muerto y yo estaba estudiando en la Ciudad de México con mis tíos;  vagamente recuerdo que al llegar a San Roberto  tuve un accidente en el  que me rompí un pie. -¡Que buena manera de empezar tu vida aquí!-Dijo mi abuela- ¡Pobre de ti mi niña!

-¡Perdón abuela de verdad me arrepiento de no haber visto bien  ese coche! – le decía yo cada vez que recordaba el suceso.  -¡Pobre de ti, pero ya pronto nos podremos ir a casa!-repetía constantemente durante mi estancia en el hospital.

Retomé mis estudios y volví a la secundaria el primero  de septiembre,  la verdad no sabía nada de mi nueva escuela solo que mi  mama asistió allí cuando vivió en San Roberto de pequeña. Cuando llegue lo único que hice fue mirar el letrero que contenía el nombre de la escuela “Escuela Secundaria San Roberto del Norte”. Y lo repetía en mi mente hasta llegar al salón.

-Denle la bienvenida a su nueva compañera,  ella es Berenice Rubio- dijo uno de los profesores- recíbanla y acójanla y no olviden que son un grupo, pues tienen que ayudarse para poder  graduarse en julio. Recuerdo que en el fondo del salón había un asiento que tenía un aspecto deteriorado y viejo.

En el receso un grupo de chicos se acercaron a mí y uno de ellos se presentó diciendo  -¡Hola yo  soy Israel, ellos son Pablo, Marcos, Martina, Raquel, Fernando y ella es la jefe de grupo Cat… - dijo señalando a la última chica.

-Hola soy Catrina, Catrina Villalobos – dijo la muchacha.  - ¡Es un placer conócete! y extendió su mano hacia mí, entonces la tome y me miro muy seria, parecía que algo en mi le molestaba de pronto.

Los días pasaron con toda normalidad  hasta que un día Israel se acercó a mí y dijo -¿Sabes algo? - ¿qué? le pregunté ¿Tendría que saber algo de importancia? -Si es a historia de la secundaria –dijo con naturalidad. -¿Y es algo malo? Pegunté  -En realidad tu nombre se configura con la muerte -¿Qué tratas de decir?-Dije un poco disgustada.  Bueno te contaré la historia de la escuela.  Y sentándose a mi lado comenzó a decir – dicen que hace 26 años cuando inicio la primera generación,  en tercer año  había un chico que era el más inteligente, el más guapo, era buen deportista  y todos lo querían.

- En un grupo  siempre tiene que haber alguien así – dije yo.  -El caso es – continuo -  que al iniciar el tercer año él murió, hay varias teorías al respecto de su muerte, una de ellas dice que sus padres chocaron en su auto, otra  que su casa se incendió y  la última es que se suicidó.

En cualquier caso a  todos sorprendió su muerte, pero un día una chica se levantó y dijo “¡Él no está muerto! él está ahí sigue vivo ¿no lo ven?” y señalo su banca, todo fue como una reacción en cadena, los profesores decían lo mismo hasta la graduación se dice que el director hizo arreglos para que su banca estuviera en la ceremonia de graduación.
Parecía solo un cuento de estudiantes  hasta que los alumnos y el  maestro se reunieron para tornarse la foto grupal, después de  revelarla  pudieron ver al chico muerto en la foto. Al mirarla todos estaban pálidos y  asustados!

-¿Y que tiene que ver con mi nombre?- Dije inquieta -Pues existe el rumor de que tu mamá estudió  aquí el primer año -dijo incomodo- y que fue la  novia del fantasma de la foto en ese entonces -La verdad yo no sabía eso- Dije confundida -¿De verdad no lo sabias?  -No, dije inmediatamente,  pero gracias por la información-entonces me levanté y me fui de ahí  un poco enojada.

El 22 de Diciembre recuerda que me sentía un poco mal y salí al pasillo, a lado de mi había un chico que no se daba cuenta de mi presencia, tenía el uniforme de la escuela y miraba el suelo -¿En qué grupo vas?  Le pregunté -En 3°C- respondió con la mirada en el suelo. Yo no podría creer ese chico iba en mi salón, solo me sorprendí -¿Cómo te llamas? -Soy Johan, Johan Ramírez- dijo mirando el suelo, siempre al suelo. ¿Desde cuándo estás en ese grupo?  Bueno,  es decir,  como no te he visto en la clase desde que estoy aquí es raro que digas que estás en 3°C. Entonces levanto la mirada hacia mí y dijo -Bueno es que, tu eres la única que me puede ver  ¿Por qué solo me pues ver tu? Me preguntó  Yo no sabía que decir ni que hacer, fue entonces cuando recordé la historia que me contó Israel y aquella banca vieja.

En ese mismo instante el subdirector fue directamente a mí, me miró y  salió corriendo.  Israel venía también en ese momento,   me miro,  se detuvo unos  segundos y corrió hacia las  otras escaleras, mientras él las bajaba tropezó y cayó en una ventana, el  golpe hizo que un cristal se rompiera y se le enterrara en la garganta, yo corrí hacia él y con su último aliento dijo.- Johan… esta… A. tu lado. Y sus ojos se cerraron lentamente.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                

lunes, 3 de octubre de 2016

Cuento Latinoamericano

EL DOLOR DE LA GUERRA 

Por  Mario Daniel Hernández Fernández

Alumno de segundo de secundaria 

“Yo solo quería ser una persona normal”  me lo  decía a mí mismo desde que   tenía unos diez  años, mi padre era un soldado enviado a la guerra,  con respecto a mi madre, desgraciadamente murió cuando tenía apenas dos años; yo no la recuerdo muy bien, mi padre decía que ella era la mejor y que le hubiera gustado conocerme.

Pensaba que mi vida iba a ser normal después de los sucesos trágicos que ocurrieron Durante la Segunda Guerra Mundial, sin embargo no fue así,  el dolor continuo por  un periodo de tiempo, mi padre  tuvo que irse de la casa, él me prometió que volvería muy pronto, me quede solo en la casa sin que nadie me cuidara.

Los primeros meses no hubo problema me sentía bien, sin embargo, ante los  sentimientos de tristeza y soledad  mi cuerpo sucumbía poco a poco. luego de cuatro largos  meses de su desaparición  no ha escrito cartas, ninguna llamada, ninguna información, simplemente nada. He escuchado en las noticias que se está desarrollando una guerra trágica entre los países de los Estados Unidos y Alemania. Ahora ya entiendo lo que estaba pasando, mi padre que como dije en un principio era un soldado americano  debía ir a la guerra.
                                                                                                     
Siete meses más tuvieron que pasar desde que se fue,  ya casi no hay alimentos ni dinero para comprar nada ¿Qué pasara? ¿Dónde estará? ¿Estará muerto? Me dolía mucho pensar en esa clase de cosas. Pensé primero en huir, pero no tenía ningún familiar ni conocido cerca de la zona. 

A la tragedia de mi soledad se sumo una más terrible. Mi casa y la mayoría de las casas de mi  calle fueron  bombardeadas;  logré salir con vida, sin saber a dónde ir,  estoy desconcertado, no siento que estoy vivo, siento que he muerto, lo único que pienso es en mi familia,  en mis padres.  ¡Quiero estar con ellos!


Mis años de vida los  he pasado huérfano, sin historia;  incluso casi sin recordar mi nombre. Lo único que recuerdo vagamente es esa cadena de sucesos trágicos,  siento que sigo ahí, sin ubicar dónde, con ese dolor, el dolor de la guerra.